Sergio Ramos celebró su centenario con un gol de cabeza tras el descanso y villa apenas dejó algún toconazo en su esperada vuelta a Molinón.
España está obñigada a sometera Francia en París si no quiere verse abocada a una repesca inquietante en la escala previa al Mundial de Brasil.
Es el duro castigo recibido por jugar al paso en el primer tiempo y echarse a dormir en cuanto Ramos celebró su "centenario" con un buen cabezazo que, a priori, suponía la rendición de los abnegados soldados finalmente en El Molinón.
Un solo acercamiento le bastó a los nórdicos para firmar un empate histórico para ellos que manchó el buen nombre de los campeones de Europa y del mundo y ensombreció una jornada a priori.
Se saludaban ya los finlandeses y pedían intercambiar sus camisetas con sus ídolos españoles cuando el trencilla rumano indicó el descenso. Se felicitaban porque habían sido capaces de frenar a los campeones sufrir sobresaltos durante 45 minutos.
Para el colista del grupo y el representante de un país donde el hockey y sobre hielo y el "pesäpallo" una especie de béisbol son los deportes de referencia, sellar un empate a nada tras el primer acto ya es un triunfo.
Y sin dar patadas, ni perder el tiempo con mal estilo. A partir de ahí, solo hay que imaginarse como se habrá celebrado en Helsinki el punto cosechado al final del Gijón.
Prueba inequivoca de que los nórdicos no se vieron muy exigidos es que solo tuvieron que cometer dos faltas en el primer acto.
Y eso que la posesión de España en ese periodo ya rondó el 85%. Mucho balón, innumerables toques , pero mula profundidad.
Deberían saber ya los hombre de Del Bosque que para descerrajar a este tipo de equipos que solo buscan defenderse con hasta diez jugadores siempre por delante de balón, se requieren precisión, clase pero, sobre todo, rapidez y movilidad con y balón.
Si el jugador que pasa luego no se ofrece y se queda quieto y si todos la piden al pie, hasta los nórdicos se defienden sin sobresaltos.
Del Bosque no sorprendió con el once. Por primera vez en ocho años, España salía sin Xavi y Xabi Alonso, tan necesarios como el comer en el centro del campo.
Uno el catalán, porque maneja como nadie los tiempos de los partidos y disfruta de una visión de juego inigualable; otro, el donostiarra, porque combina como nadie en Europa el pase en corto con el juego largo y esos cambios de orientación que recuerdan a Schuster.-
España está obñigada a sometera Francia en París si no quiere verse abocada a una repesca inquietante en la escala previa al Mundial de Brasil.
Es el duro castigo recibido por jugar al paso en el primer tiempo y echarse a dormir en cuanto Ramos celebró su "centenario" con un buen cabezazo que, a priori, suponía la rendición de los abnegados soldados finalmente en El Molinón.
Un solo acercamiento le bastó a los nórdicos para firmar un empate histórico para ellos que manchó el buen nombre de los campeones de Europa y del mundo y ensombreció una jornada a priori.
Se saludaban ya los finlandeses y pedían intercambiar sus camisetas con sus ídolos españoles cuando el trencilla rumano indicó el descenso. Se felicitaban porque habían sido capaces de frenar a los campeones sufrir sobresaltos durante 45 minutos.
Para el colista del grupo y el representante de un país donde el hockey y sobre hielo y el "pesäpallo" una especie de béisbol son los deportes de referencia, sellar un empate a nada tras el primer acto ya es un triunfo.
Y sin dar patadas, ni perder el tiempo con mal estilo. A partir de ahí, solo hay que imaginarse como se habrá celebrado en Helsinki el punto cosechado al final del Gijón.
Prueba inequivoca de que los nórdicos no se vieron muy exigidos es que solo tuvieron que cometer dos faltas en el primer acto.
Y eso que la posesión de España en ese periodo ya rondó el 85%. Mucho balón, innumerables toques , pero mula profundidad.
Deberían saber ya los hombre de Del Bosque que para descerrajar a este tipo de equipos que solo buscan defenderse con hasta diez jugadores siempre por delante de balón, se requieren precisión, clase pero, sobre todo, rapidez y movilidad con y balón.
Si el jugador que pasa luego no se ofrece y se queda quieto y si todos la piden al pie, hasta los nórdicos se defienden sin sobresaltos.
Del Bosque no sorprendió con el once. Por primera vez en ocho años, España salía sin Xavi y Xabi Alonso, tan necesarios como el comer en el centro del campo.
Uno el catalán, porque maneja como nadie los tiempos de los partidos y disfruta de una visión de juego inigualable; otro, el donostiarra, porque combina como nadie en Europa el pase en corto con el juego largo y esos cambios de orientación que recuerdan a Schuster.-
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